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SOBRE EL RELATIVISMO.

Publicado: 2009-11-10

 

Mi principal punto de discrepancia con la postura relativista, es su puesta en valor igualitario de toda producción cultural, lo que al final, mina toda posibilidad de fundamentar y validar alternativas a las desigualdades sociales. Aunque suene paradójico, la relación es muy simple, si no hay ningún principio, criterio o valor absoluto, fundamental o universal, simplemente primaran los principios, criterios o valores del poder, de quienes tienen el poder para imponer sus principios, criterios o valores particulares, pues no habría principios éticos, criterios de veracidad o valores morales que se puedan invocar o a los cuales se pueda apelar como superiores. Peor aún, dado que la relación entre poder y dominio es, en gran medida, complementaria, si el poder es morfogenético (que se genera de diversas formas), el abuso de poder resulta cambiante y multidimensional, imperecedero y omnipresente.

En este sentido, el discurso relativista, llevado a sus extremos, deviene en una postura eminentemente reaccionaria (todo queda igual, pues nada es mejor).

Uno de los principales postulados del discurso relativista, es el de que las diversas sociedades existentes, al ser valiosísima su producción cultural, tendrían la potestad de mantener su pureza cultural, permaneciendo aisladas de toda influencia, condicionamiento o determinación externa (ya sea esta positiva o negativa).

El inconveniente con este planteamiento discursivo, es que, entre otras cosas, es el sustento ideológico de las políticas de guetos, donde los diversos grupos sociales, para mantener sus caracteres culturales intactos, deben vivir como islas, sin la obligación de conocer o comprender lo foráneo a su entorno. Bajo este planteamiento, la integración social es improcedente, pues ella conlleva, necesariamente, a ciertos niveles de estandarización cultural.

Históricamente, el desarrollo, desenvolvimiento e integración de las sociedades, se ha dado, invariablemente, a través de sendos procesos de estandarización cultural. Anótese aquí, que no pretendo pasar por alto, los costos sociales que suelen acompañar a estos procesos de estandarización, tan solo quiero recalcar que aquello que conocemos, en el mundo occidental y occidentalizado, como proceso civilizatorio, no es más que un innegable proceso de estandarización cultural. Ello quiere decir, que, a través de la historia, el devenir de la humanidad ha pasado, necesariamente, por la superación de ciertos caracteres culturales a favor de otros.

Hoy por hoy podemos encontrar, que muchos de los planteamientos que defienden la mayoría de los movimientos sociales (el obrero, el antirracista, el feminista, el guei lésbico, etc.), no son más que intentos de estandarización cultural.

Imagen tomada de: pedaleosymas.wordpress.com

Se encuentra así:

- La defensa de la democracia, que obedece a la visión de un estado organizado a la manera occidental, con división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) y separación de ámbitos (lo político de lo económico, lo estatal de lo eclesial, lo público de lo privado, etc.).

- La laicidad del estado es un planteamiento de origen netamente liberal y occidental.

- Los derechos humanos, su defensa e implantación, obedece a políticas de corte liberal y occidental.

- El principio feminista de equidad de género se origina, inequívocamente, en principios liberales y occidentales.

- La articulación de identidades sexuales, como la hetero o la homosexual, obedece, indefectiblemente, a diversas instancias de poder occidentales (como la instancia de la sexualidad).

- El mismo discurso relativista es de origen occidental y antitético, es decir, que surge, hasta cierto punto, en oposición a los discursos etnocentristas y fundamentalistas (lo que lo inscribe en la lógica binaria de los opuestos, que es producto de la cultura occidental).

Estos y otros ejemplos se pueden enmarcar, sin lugar a dudas, dentro del proceso de estandarización vivido por la sociedad occidental, aunque dicha sociedad no es la única que ha pasado por ineludibles procesos de estandarización cultural, por ejemplo, el establecimiento, a lo largo de la historia, de innumerables sociedades estatales, implicó, necesariamente, sendos procesos de uniformización política y diversos grados de estandarización cultural.

Ello significa que la conformación de cada sociedad, no se hace sobre un vacio, de la nada, sino sobre cierta base de caracteres culturales preexistentes, en muchos casos, disimiles entre sí. Semejante sumatoria de caracteres culturales diversos, implica, entonces, que todas las culturas existentes no son prístinas, no son completamente originales, sino que son, en mucho, el producto de muchas e innumerables “innovaciones” y “prestamos”.

Esto apunta, indefectiblemente, a que toda cultura, es, en gran medida, una amalgama de caracteres culturales de diverso origen, por lo que, de ninguna manera, se puede hablar de pureza cultural. Todas las culturas del mundo son producto de la hibridación, son híbridos resultantes del sincretismo, de la aculturación, de la imposición, etc., pero jamás son el resultado de un desarrollo aislado, autárquico.

Más aún, se puede decir que una cultura está viva, cuando es dinámica, cuando está en constante cambio, en constante renovación de sus caracteres distintivos, por lo que jamás se mantienen en una situación de pureza virginal.

Con relación a los llamados "préstamos culturales" (resultado de la inevitable transferencia de información, que ha existido, siempre, entre todas las sociedades), esto suena a herejía para muchas y muchos relativistas, quienes parecen soñar con la inmutabilidad de las sociedades. Y en el remoto caso de considerarse la posibilidad de que un nuevo rasgo se manifieste, éste tiene que haberse producido, indefectiblemente, al interior mismo de la cultura o de lo contrario, no debería ser incorporado jamás, pues se corre el riesgo de contaminar lo inmaculado de su esencia y de su ser.

Imagen tomada de: dejamelibre.wordpress.com

Pareciera que muchas y muchos de aquellos que esgrimen el discurso relativista, quisieran que las diversas sociedades y culturas existentes, permanecieran en un estado de ensoñación, de letargo, en una situación cuasi sagrada de quietud estática (prácticamente como muertas).

Para finalizar, la postura relativista, esgrimida por muchas y muchos en forma por demás superficial, debe ser cuestionada en varios de sus planteamientos, pues su equiparación indiscriminada de toda producción cultural, resulta, en gran medida, inaceptable e insostenible en todos los sentidos.

 

Ho Amat y León.


Escrito por

Ho Amat y León Puño.

Historiador de la UNMSM y gay convicto y confeso. Bastante neurótico y medio esquizofrénico. Soy, también, algo ingrato con los amigos, aunque siempre los querré. Confieso ser, hasta cierto punto, posero y faltoso, pero en general sincero y buena gente. En


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