DE DIVORCIOS Y PENSIONES.
El escandalete generado por el recorte de la pensión de divorcio de Marisol Aguirre, ex de Cristian Meier, son un ejemplo más de la injusticia e inequidad de género en lo referente a las condiciones del matrimonio y del divorcio.
He escuchado a algunas gentes, decir que Marisol es una angurrienta, pues su pensión de aproximadamente 12 a 19 mil soles es bastante generosa; pero también he escuchado a otras gentes, decir que Cristian es un tacaño, pues, dado que su situación económica ha mejorado, recortarle su pensión a su ex, es prácticamente una vileza.
Me temo que no estoy de acuerdo con ninguna de las dos posturas, ya que ambas apelan a una institución, que, a estas alturas, no tiene razón de ser.
Históricamente, la pensión de divorcio se estableció con la separación legal de la pareja. Dicha pensión obedecía a la circunstancia, de que, allá en los siglos XVIII y XIX, las mujeres no trabajaban y no tenían posibilidades de hacerlo (pues el mandato del patriarcado machista burgués exigía, que las mujeres decentes estuvieran relegadas a la vida casera), por ello, al separarse de sus maridos, se les pensionaba para que no quedaran completamente desamparadas.
Cuando en el siglo XX, en algunos países del primer mundo, se establecieron leyes de equidad de género, en vez de abolirse las pensiones de divorcio, se llegó a la ridícula situación, de que, al margen del sexo de la persona, la pensión de divorcio la pagara quien tuviera mayores ingresos.
Es por ello que vemos a tremendos manganzones (como Kevin Federline, ex de Britney Spears), siendo mantenidos, cual zánganos, por mujeres que se fajan trabajando para logar sus ingresos.
Imagen tomada de: celebrific.com
En estra época, cuando la liberación femenina ha equiparado a la mujer y al hombre, cuando mujeres y varones acceden, por igual, al trabajo y ganan lo mismo (por lo menos en teoría), seguir manteniendo el privilegio de una pensión de divorcio, resulta, claramente, un abuso.
Con mujeres y varones, esforzándose por igual en sus trabajos, para lograr sus respectivos sustentos, el que una de las partes tenga que mantener a otra (sobre todo si es contra su voluntad), el que una persona adulta tenga que mantener a otra, sin que esta última tenga problemas para trabajar y valerse por sí misma, resulta bastante inequitativo e injusto.
En pleno siglo XXI, la pensión de divorcio resulta, a todas luces, un anacronismo sin sentido, que, por cuestiones de equidad y justicia, debería ser abolida.
Ho Amat y León.