UN MUSEO MÁS EN LIMA.
No es que este en contra de un museo de la memoria, todo lo contrario. Si creo que en la necesidad de generar una memoria, para que no se olviden, jamás, los años de la violencia terrorista que se vivieron en el Perú.
El museo también debe ser una ayuda para reconciliarnos y exorcizar nuestro pasado, razón complementaria para anhelar dicho proyecto.
Si nos remitimos a otras realidades, el museo que conmemora el genocidio nazi, no se encuentra en Berlín, sino en Núremberg (en alemán Nürnberg). En Sudáfrica, el más importante museo contra el apartheid no se encuentra en una de las capitales del país, sino en la ciudad negra más importante: Johannesburgo (también conocida como Igoli).
Pero en nuestro país, no importa que la vesania terrorista haya afectado, mayormente, a la población serrana, rural, campesina e indoamericana, el museo dedicado a la memoria y a la reconciliación nacional se hará en la costa, en Lima y no en cualquier distrito, sino en el burguesísimo Miraflores.
Como siempre, el centralismo de nuestro país prima ante cualquier otra consideración.
Si me preguntan, ese museo, para cumplir a cabalidad con sus objetivos, debería hacerse en alguna provincia de la sierra. Mis preferencias se inclinan hacia Huamanga, en la región de Ayacucho, pues fue allí donde se inicio todo.
Lo que si tengo en claro, es que realizar ese importante proyecto de ayuda a la reconciliación nacional en Miraflores, no resulta muy “apropiado”.
Algunos traerán a colación Tarata, pero habrá que recordarles que ese atentado no fue ni el más grave, ni el de mayor mortandad. Tarata tuvo que ocurrir para que la mayoría de los capitalinos, que vivíamos inconscientes, de espaldas al resto del país, tomáramos verdadera conciencia de lo que estaba pasando en nuestro Perú.
Es este motivo, una de las mayores razones para que dicho museo no se construya en Lima y mucho menos en Miraflores.
Ho Amat y León.