“LA HAYA ¿VENCERAMOS?”
Me aterra el triunfalismo nada serio de los medios peruanos. Y es que ningún periódico o noticiero televisivo se salva de exudar, de alguna u otra manera, un rancio tufillo a victoria anunciada (y lamentablemente no se salva ningún medio peruano).
Los titulares de varios noticieros ayer y los titulares de varios diarios hoy solo apuntan, en mayor o menor grado, a suscitar la impresión general, de que vamos “ganando” una disputa territorial.
Para los medios nacionales, los llamados a la mesura que han hecho diversas personalidades de la diplomacia peruana, no tienen ningún valor.
Esta situación me trae a la memoria el excesivo triunfalismo con el que se llenan la prensa deportiva escrita y televisiva del Perú, cada vez que la selección blanquirroja de futbol juega un partido. El malestar que se genera por las desmedidas e infladas pretensiones que insuflan las y los periodistas es preocupante, no solo por la decepción y el desaliento masivo que se vive tras una derrota, sino, también, por los brotes de violencia que se producen de cuando en cuando.
En el caso del diferendo marítimo entre Chile y Perú la cosa es más peliaguda, pues no se trata de un simple juego deportivo (en el que la dignidad nacional no está en entredicho), sino de un problema limítrofe en el que el sentir de dos pueblos, pasa por considerar las demandas de sus gobiernos como legitimas y justas.
En consecuencia, ver este diferendo bajo la óptica de quien gana y quien pierde, solo terminara atizando los odios añejos, que obstaculizan cualquier posibilidad de convivencia pacífica entre dos países hermanos.
De seguir los medios como van, nos enfrentaríamos a que, en un hipotético fallo de La Haya contrario las pretensiones peruanas, la población pueda manifestarse masivamente por el desconocimiento del arbitraje, lo que produciría más presión sobre un gobierno que enfrenta, actualmente, serios problemas internos.
Poniéndome de Maquiavelo, ¿qué es lo que se busca?, crear las condiciones para que en caso de un fallo no grato, la población presione para que se desconozca a la corte de La Haya y repetir el papelón colombiano. O peor, que en caso de un fallo contrario, haya suficiente presión para poder eliminar a toda la “caviarada” de relaciones exteriores y arrinconar más al gobierno.
No se puede jugar así con las expectativas de un país. Los intereses particulares de los medios (sus ansias de rating o de aumentar el tiraje) no pueden ser los únicos criterios al momento de informar sobre un caso, que requiere de muchos paños fríos y bastante mesura.
